martes, 12 de febrero de 2008

Periodistas independientes: receta para publicar en Miami


Si usted reside en Cuba y quiere ver su nombre en los periódicos de Miami la receta es simple: conviértase en periodista independiente. No importa que sus artículos no tengan calidad, que lo que narren sea cierto o falso, que desconozca por completo las reglas del periodismo objetivo que con tanto rigor se aplican en Estados Unidos. Basta que usted se declare periodista independiente en la isla, que encontrará su tribuna en Miami.
Es lamentable. En primer lugar porque dentro del periodismo independiente en Cuba hay figuras de calidad, verdaderos periodistas como Raúl Rivero, que producen artículos e informaciones que logran transmitirnos parte de la realidad existente en la isla. Pero sobre todo es una pena que muchos en Miami crean estar contribuyendo a la libertad de Cuba, la creación de una sociedad civil y de una prensa independiente con la publicación de hojas de propaganda escritas con la ilusión de agradar a los ojos y oídos de Miami, que no reflejan la realidad de Cuba y que no cumplen con las reglas elementales del periodismo, que se limitan a la repetición de los lugares comunes y las opiniones que de forma estereotipada caracterizan la forma de pensar del exilio histórico de Miami.
Es lamentable además porque donde esperábamos encontrar nuevas opciones, puntos de vista diferente y visiones de una realidad que desconocemos, nos enfrentamos con un doble engaño: una información escrita no desde la isla sino hacia el exilio, que no nos informa sino que pretende halagarnos, ratificar nuestras posiciones.
Concesiones injustificablesQuiero entender que esta actitud complaciente de algunos periodistas independientes de la isla nace de su propio desamparo: desprovistos de cualquier tipo de apoyo y acosados por el régimen castrista, hallan natural adecuar su discurso a los oídos receptivos que encuentran en Miami. Pero ello no debe librarnos de una llamada de atención sincera y desinteresada. No tiene sentido convertirse en abanderados de una lucha contra la dictadura cuando para ello son necesarias concesiones injustificables.
También en el exilio somos culpables. Con un paternalismo trasnochado nos negamos a criticar cualquier información proveniente de la prensa independiente cubana porque tememos convertirnos en emisarios del enemigo, cómplices del castrismo, abanderados de la injusticia. La realidad es que la búsqueda de la verdad debe guiarnos a ambos lados del mar Caribe, con independencia del precio que haya que pagar para ello en cualquier terreno.
Lo peor del caso es que las informaciones de los llamados periodistas independientes han caído en muchos casos en la misma manipulación de la que pretenden escapar. El régimen castrista ni siquiera se preocupa de utilizarlas como justificación de una supuesta libertad de información en la isla, sino que les sirve para un destino más siniestro: justificar la falta de necesidad de una prensa independiente.
Añoranza de libertad
Limitado al máximo en sus recursos, incapaz de ejercer sus funciones como medio informativo, coartado en su acceso a las fuentes, el periodismo independiente desde la isla es casi siempre una abstracción imaginaria. Uno o dos reportajes oportunos impiden la afirmación categórica y merecen todo nuestro apoyo, pero el conjunto representa una añoranza de libertad que si bien justifica su surgimiento no debe movernos a la más mínima ilusión. Sus informaciones no pasan en muchos casos de columnas de opinión y en otros de visiones distorsionadas, tanto del pasado como del futuro de Cuba, pero nunca llegan a cubrir la necesidad de una información veraz y objetiva.
Muchos pensarán que exigirles más a los periodistas independientes no sólo es asumir la posición cómoda del que comtempla los toros detrás de la barrera, sino caer en la injusticia extrema del que exige mucho sin haber hecho nada al respecto. Es posible, pero ello no salva a otros de ser a la vez víctimas y victimarios de un paternalismo
interesado. Son los que se amparan en la divulgación de cualquier tipo de información proveniente de la isla para justificar una supuesta labor patriótica en aras de la libertad de la isla; son los que se encubren en un concepto de militancia contra el castrismo para justificar la mediocridad y la estulticia; son la contrapartida provinciana y truncada a los políticos 'chic' de la izquierda y la derecha europea que justifican con una reunión en que participan varios disidentes su posturas complacientes al régimen cubano; son, en realidad, parte de un encubrimiento mayor: la ausencia de cambios dentro de la realidad cubana.
La liberación del régimen castrista no es sólo un proceso social o político, que ingenuamente muchos piensan culminará con la muerte de Fidel Castro. Es sobre todo un acto individual: librarse de las ataduras ideológicas que nos impuso una república corrupta y frustrada y una revolución traicionada antes de nacer. Hasta que no aprendamos a desprendernos de la carga ideológica con que se pretenden justificar muchas de nuestras debilidades o limitaciones, no seremos capaces de juzgarlas de forma justa y verdadera. Algún día lo lograremos. Entonces sí seremos capaces de vivir una vida sin Castro.
Fotografía: exhibición de modas en La Habana, el martes 12 de febrero de 2008 (Javier Galeano/AP).