sábado, 5 de abril de 2008

''Tallibanes'' en Tallahassee




Hay un interés creciente en Miami, que se extiende a toda la Florida, en mantener una política hacia Cuba mucho más rígida que la acordada en Washington.
La meta no es sólo ir un paso más allá de las normas establecidas por el gobierno del presidente George W. Bush -quien precisamente se ha caracterizado por favorecer una estrategia afín al llamado ''exilio histórico''-, sino convertir a la política estatal en una avanzada de los objetivos nacionales, en lo que respecta al tratamiento del caso cubano.
Se trata de un objetivo primordial de largo alcance: consolidar el poder político en uno de los estados más importantes para las elecciones presidenciales, de forma tal que la política norteamericana hacia la isla no esté influida sólo por la labor de cabildeo y los poderosos contribuyentes cubanoamericanos del sur de la Florida, sino por una maquinaria republicana que puede resultar clave a la hora de elegir al próximo mandatario de la nación más poderosa del planeta.
El promotor de la reciente prohibición de fondos estatales para viajes académicos a Cuba, el representante republicano por Miami David Rivera, es un buen ejemplo dentro de un nuevo grupo de legisladores cubanoamericanos, que en parte ha ocupado el vacío que dejó la muerte de Jorge Mas Canosa y la pérdida de poder de la Fundación Cubano Americana.
Este legislador fue uno de los redactores en el 2003 de una carta -firmada por un grupo de representantes estatales republicanos de la Florida- que urgió al presidente Bush para que actuara con mayor firmeza respecto a Castro, o de lo contrario podría perder su apoyo para las elecciones del 2004. Meses más tarde, el mandatario aprobó la serie de restricciones a las remesas y los viajes a la Isla.
Rivera incluso ha propugnado el reducir los beneficios sociales a quienes viajan a Cuba e imponer impuestos a los empresarios floridanos que negocian con La Habana.
El político de 40 años forma parte de un grupo de legisladores con varias características similares y opuestas a los llamados ''talibanes'' del régimen de Fidel Castro.
La prensa internacional cataloga de ''talibanes'' -una denominación errónea al concederle celo ideológico a lo que es simplemente sumisión oportunista- al grupo de jóvenes que pasaron de su militancia en la Unión de Jóvenes Comunistas y la Federación Estudiantil Universitaria al Grupo de Coordinación y Apoyo del Comandante en Jefe.
Al hablar de semejanzas, no se intenta sólo comparar los extremos dentro de dos polos ideológicos. Más bien en este caso es enfatizar la seducción que siempre ofrecen los caminos trillados y la comodidad de lograr el triunfo recorriendo una vía segura.
Más allá de los encasillamientos generacionales y las divisiones por edades, se puede establecer un amplio paralelo entre estas dos generaciones de relevo, la que vive en Cuba y la que creció en el exilio.
En lo que respecta a Miami, se trata de un grupo de hombres y mujeres que por fecha y lugar de origen -varios de ellos nacieron en este país- no comparten una historia común con los residentes de la Isla, pero se consideran depositarios de la Cuba que dejó de ser: hijos del anhelo de darle marcha atrás al reloj histórico y político en Cuba, para borrar todo vestigio del proceso revolucionario, y herederos del llamado ''exilio histórico''.
Gracias a su participación en los triunfos electorales de los hermanos Bush, este grupo desempeña un importante papel en la confección de la política norteamericana hacia la Isla. El objetivo es continuar ampliando una política que es compartida por una buena parte de los votantes cubanoamericanos con más años en el exilio. En última instancia, lo importante para ellos no es la efectividad de esa política, sino que ésta ejemplifique su influencia política.
El reloj cubano tiene dos manecillas, una en La Habana y la otra en Miami. Ambas se empecinan en el mismo recorrido. Insisten en el avance en reversa con una tenacidad que amarga al más optimista.
Publicado en El Nuevo Herald el 30 de mayo de 2006.
Fotografía: una cubana participa en una manifestación en Miami, en apoyo de las puntos de vista del exilio más intransigente y de la Guerra de Irak, en marzo de 2003 (Roberto Koltun/El Nuevo Herald).