miércoles, 23 de marzo de 2022

¿El fin de la globalización?


Durante las últimas semanas, la economía rusa se ha visto abrumada por las sanciones. Poco después de que el Kremlin invadiera Ucrania, Occidente comenzó a apoderarse de los activos de las personas más ricas cercanas al presidente ruso Vladimir Putin, prohibió los vuelos rusos en su espacio aéreo y restringió el acceso de la economía rusa a la tecnología importada. 

Más dramáticamente, Estados Unidos y sus aliados congelaron los activos de reserva del banco central de Rusia y excluyeron a Rusia no solo del sistema de pagos financieros SWIFT, sino también de las instituciones básicas de las finanzas internacionales, incluidos todos los bancos extranjeros y el Fondo Monetario Internacional. 

Como resultado de las acciones de Occidente, el valor del rublo se ha desplomado, la escasez ha surgido en toda la economía rusa y el gobierno parece estar cerca de dejar de pagar su deuda en moneda extranjera. La opinión pública, y el miedo a ser golpeados por las sanciones, ha obligado a las empresas occidentales a huir del país en masa.

Pronto, Rusia no podrá producir artículos de primera necesidad ni para la defensa ni para los consumidores porque carecerá de componentes críticos.

La respuesta del mundo democrático a la agresión y los crímenes de guerra de Moscú es correcta, tanto desde el punto de vista ético como desde el punto de vista de la seguridad nacional. Esto es más importante que la eficiencia económica. Pero estas acciones tienen consecuencias económicas negativas que irán mucho más allá del colapso financiero de Rusia, que persistirán y que no son agradables, escribe Adam S. Posen en el número de marzo de Foreign Affairs

Contra la globalización

Durante los últimos 20 años, dos tendencias ya han estado corroyendo la globalización frente a su supuestamente implacable avance.

Primero, los populistas y nacionalistas han erigido barreras al libre comercio, la inversión, la inmigración y la difusión de ideas, especialmente en Estados Unidos. 

En segundo lugar, el desafío de Beijing al sistema económico internacional basado en reglas y a los acuerdos de seguridad de larga data en Asia ha alentado a Occidente a erigir barreras a la integración económica china.

La invasión rusa y las sanciones resultantes ahora empeorarán aún más estos impedimentos.

Hay varias razones para ello. Primero, China está intentando navegar una respuesta sin confrontación a la invasión rusa. Tanto su sistema financiero como su economía real están observando las sanciones debido a las posibles represalias económicas si financian o abastecen a Rusia, por no hablar de rescatar a Moscú.

Sin embargo, cualquier cosa que no sea unirse por completo al bloqueo alimentará las políticas antichinas en Occidente, reduciendo la integración económica del país. En segundo lugar, los países temen quedar sujetos a los caprichos del poderío económico de Washington, ahora que vuelve a marchar encandilado por su aparente poder.

En este momento, las acciones económicas de Estados Unidos pueden ser justas y puede haber poco riesgo de que los países que no invadan Ucrania terminen en el lado equivocado de las políticas estadounidenses. Pero la próxima vez, Estados Unidos puede ser más egoísta o caprichoso.

Finalmente, el daño que las sanciones están causando a la economía rusa y los costos sustanciales para Europa central, si Rusia corta su acceso al gas natural y al petróleo en respuesta pueden hacer que los gobiernos busquen la autosuficiencia y se desenreden de las conexiones económicas.

Irónicamente, esto será contraproducente. La fuerte contracción económica actual de Rusia muestra cuán difícil es para los estados prosperar sin interdependencia económica, incluso cuando intentan minimizar su vulnerabilidad percibida.

Además, los intentos de Rusia de hacerse económicamente independiente en realidad hicieron que fuera más probable que estuviera sujeto a sanciones, porque Occidente no tuvo que arriesgarse tanto para imponerlas. Pero eso no impedirá que muchos gobiernos intenten retirarse a rincones separados, buscando protegerse retirándose de la economía global.

La invasión y las sanciones, entonces, no darán como resultado enormes cambios financieros en la economía global. Pero acelerarán la reticencia a la globalización que ya está en marcha, un proceso que tendrá un impacto enorme.

Con menos interconexión económica, el mundo verá una tendencia que tendrá como consecuencia un crecimiento más bajo y menos innovación. Las empresas e industrias nacionales establecidas tendrán más poder para exigir protecciones especiales. En conjunto, los rendimientos reales de las inversiones realizadas por los hogares y las empresas disminuirán.

Ello se reflejará en las cadenas de suministro. Actualmente, la mayoría de las empresas industriales y los minoristas obtienen cada insumo o paso clave en sus procesos de producción desde un solo lugar o desde varios lugares separados. 

Había una poderosa lógica económica para establecer cadenas de suministro globales de esta manera, con relativamente pocas redundancias. no solo se ahorraron costos al alentar a las empresas y fábricas a especializarse, sino que también aumentaron la escala de producción y proporcionaron ventajas de información y marketing local. 

Pero dadas las realidades geopolíticas y pandémicas actuales, es posible que ya no valga la pena correr el riesgo de depender de cuellos de botella específicos para estas cadenas de valor globales, especialmente si esos puntos se encuentran en países políticamente inestables o poco confiables.

Las empresas multinacionales, con apoyo gubernamental, se asegurarán racionalmente contra los problemas mediante la construcción de cadenas de suministro redundantes en lugares más seguros. Como cualquier forma de seguro, esto protegerá contra algún riesgo a la baja, pero será un costo directo que no generará beneficios económicos inmediatos.

Los analistas ya pueden ver esto en el trabajo en los compromisos aparentemente patrióticos del presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump sobre la fabricación “en el extranjero”: la reubicación de las cadenas de suministro que fabrican productos estadounidenses para que tengan lugar en Estados Unidos. Están utilizando la seguridad nacional y el orgullo para justificar políticas que defraudan tanto a la defensa nacional como al más del 85 por ciento de los trabajadores estadounidenses que no están empleados en la industria pesada. El fetichismo de la fabricación nacional sobre el avance del comercio transfronterizo de servicios y redes es especialmente irónico, dado que estos últimos sectores son los que realmente han beneficiado a Occidente sobre Rusia en la implementación de sanciones efectivas, y lo que ha disuadido a las empresas chinas de rescatar a Rusia.

La corrosión intensificada de la globalización disminuirá aún más el rendimiento del capital en la economía mundial, y lo hará en todos los lados de la división económica. Habrá nuevos límites sobre dónde las personas pueden invertir sus ahorros, lo que reducirá el rango de diversificación y los rendimientos promedio. Es probable que el miedo y el nacionalismo aumenten el deseo de las personas de inversiones seguras en el país, en valores gubernamentales o respaldados públicamente. Los gobiernos también combinarán argumentos de seguridad nacional con medidas de estabilidad fiscal y financiera diseñadas para alentar fuertemente la inversión en su propia deuda pública, como lo hacen durante las guerras.

Hay un efecto económico secundario beneficioso para las crecientes divisiones globales: la Unión Europea está siendo galvanizada para unificar más sus políticas económicas. El bloque está aportando recursos conjuntos para compartir la carga financiera del flujo masivo de refugiados ucranianos que ingresan a Polonia y otros miembros del este. Se están emitiendo bonos europeos para pagar estas medidas, en lugar de las deudas de los estados miembros individuales.

La Unión Europea o la eurozona pueden emitir más deuda pública europea en el futuro, lo que ayudaría aún más a la economía mundial. La invasión rusa refuerza el hecho de que este es un mundo de bajos rendimientos y muchos inversores tienen un gran deseo de seguridad. Al crear activos más seguros para ellos, la UE y la eurozona pueden absorber algunos ahorros adversos al riesgo, mejorando la estabilidad financiera.

Una unidad más fuerte de la UE también creará nuevas oportunidades de crecimiento. Dirigidos por el canciller de Alemania, Olaf Scholz, casi todos los miembros de la UE se han comprometido durante varios años a aumentar el gasto en defensa y una mayor inversión pública para reducir rápidamente la dependencia del continente de los combustibles fósiles rusos. Ambas inversiones contribuirán en gran medida a terminar con el aprovechamiento gratuito de Europa de los Estados Unidos y China para el crecimiento; darle a la economía global otro motor ayudará a equilibrar los altibajos del ciclo económico, estabilizando al mundo contra las recesiones. También evitará que las economías de crecimiento más rápido acumulen deuda externa como lo hicieron cuando Alemania y otras economías europeas con superávit exportaron productos pero no consumieron.

Estas iniciativas ayudarán, en particular, a la propia eurozona. Una de las principales causas de la crisis del euro hace una década fueron los desequilibrios entre las economías del euro causados ​​por la austeridad alemana. Al aumentar la demanda interna de Alemania, los miembros del sur de la eurozona podrán liquidar parte de su deuda mediante el aumento de las exportaciones en lugar de tener que reducir los salarios y las importaciones para hacer sus pagos. Esto debería fortalecer la viabilidad a largo plazo del euro, así como aumentar su atractivo para los nuevos miembros potenciales en el este.

Economía y patriotismo

La invasión y las sanciones, entonces, no darán como resultado enormes cambios financieros en la economía global. Pero acelerarán la corrosión de la globalización que ya está en marcha, un proceso que tendrá amplios impactos. Con menos interconexión económica, el mundo verá un crecimiento de tendencia más bajo y menos innovación. Las empresas e industrias nacionales establecidas tendrán más poder para exigir protecciones especiales. En conjunto, los rendimientos reales de las inversiones realizadas por los hogares y las empresas disminuirán.

Para ver por qué sucede esto, considere lo que puede suceder con las cadenas de suministro. Actualmente, la mayoría de las empresas industriales y los minoristas obtienen cada insumo o paso clave en sus procesos de producción desde un solo lugar o desde varios lugares separados. Había una poderosa lógica económica para establecer cadenas de suministro globales de esta manera, con relativamente pocos despidos: no solo ahorraron costos al alentar a las empresas y fábricas a especializarse, sino que también aumentaron la escala de producción y proporcionaron ventajas de información y marketing local. Pero dadas las realidades geopolíticas y pandémicas actuales, es posible que ya no valga la pena correr el riesgo de depender de cuellos de botella específicos para estas cadenas de valor globales, especialmente si esos puntos se encuentran en países políticamente inestables o poco confiables. Las empresas multinacionales, con el apoyo del gobierno, se asegurarán racionalmente contra los problemas mediante la construcción de cadenas de suministro redundantes en lugares más seguros. Como cualquier forma de seguro, esto protegerá contra algún riesgo a la baja, pero será un costo directo que no generará beneficios económicos inmediatos.

Los analistas ya pueden ver esto en el trabajo en los compromisos aparentemente patrióticos del presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump sobre la fabricación "en el extranjero": la reubicación de las cadenas de suministro que fabrican productos estadounidenses para que tengan lugar en Estados Unidos. Están utilizando la seguridad nacional y el orgullo para justificar políticas engañosas, tanto con respecto a la defensa nacional como al más del 85% de los trabajadores estadounidenses que no están empleados en la industria pesada.

El fetichismo de la fabricación nacional sobre el avance del comercio transfronterizo de servicios y redes es especialmente irónico, dado que estos últimos sectores son los que realmente han beneficiado a Occidente sobre Rusia en la puesta en práctica de sanciones efectivas, y lo que ha disuadido a las empresas chinas de rescatar a Rusia.

La reticencia intensificada de la globalización hará que disminuya aún más el rendimiento del capital en la economía mundial, y lo hará en todos los lados de la división económica. Habrá nuevos límites sobre dónde las personas pueden invertir sus ahorros, lo que reducirá el rango de diversificación y los rendimientos promedio.

Es probable que el miedo y el nacionalismo aumenten el deseo de las personas de inversiones seguras en el país, en valores gubernamentales o respaldados públicamente.

Los gobiernos también combinarán argumentos de seguridad nacional con medidas de estabilidad fiscal y financiera diseñadas para alentar fuertemente la inversión en su propia deuda pública, como lo hacen durante las guerras.

Hay un efecto económico secundario beneficioso para las crecientes divisiones globales: la Unión Europea está siendo galvanizada para unificar más sus políticas económicas. El bloque está aportando recursos conjuntos para compartir la carga financiera de la llegada masiva de refugiados ucranianos que ingresan a Polonia y otros países miembros de la zona este de Europa. Se están emitiendo bonos europeos para pagar estas medidas, en lugar de las deudas de los estados miembros individuales.

La Unión Europea o la eurozona pueden emitir más deuda pública europea en el futuro, lo que ayudaría aún más a la economía mundial. La invasión rusa refuerza el hecho de que este es un mundo de bajos rendimientos y muchos inversores tienen un gran deseo de seguridad. Al crear activos más seguros para ellos, la UE y la eurozona pueden absorber algunos ahorros adversos al riesgo, mejorando la estabilidad financiera.

Una unidad más fuerte de la UE también creará nuevas oportunidades de crecimiento. Dirigidos por el canciller de Alemania, Olaf Scholz, casi todos los miembros de la UE se han comprometido durante varios años a aumentar el gasto en defensa y una mayor inversión pública para reducir rápidamente la dependencia del continente de los combustibles fósiles rusos. Ambas inversiones contribuirán en gran medida a terminar con el aprovechamiento gratuito de Europa de Estados Unidos y China para el crecimiento; darle a la economía global otro motor ayudará a equilibrar los altibajos del ciclo económico, estabilizando al mundo contra las recesiones. También evitará que las economías de crecimiento más rápido acumulen deuda externa como lo hicieron cuando Alemania y otras economías europeas con superávit exportaron productos pero no consumieron.

Estas iniciativas ayudarán, en particular, a la propia eurozona. Una de las principales causas de la crisis del euro hace una década fueron los desequilibrios entre las economías del euro causados ​​por la austeridad alemana. Al aumentar la demanda interna de Alemania, los miembros del sur de la eurozona podrán liquidar parte de su deuda mediante el aumento de las exportaciones en lugar de tener que reducir los salarios y las importaciones para hacer sus pagos. Esto debería fortalecer la viabilidad a largo plazo del euro, así como aumentar su atractivo para los nuevos miembros potenciales en Europa del Este y gestores de reservas de todo el mundo. Un euro menos sujeto a tensiones y preocupaciones internas también tendrá un valor más alto y estable, lo que a su vez reducirá las tensiones comerciales con Estados Unidos.

Desafortunadamente, la invasión rusa demostrará ser mucho menos amable con el mundo en desarrollo. Los aumentos en los precios de los alimentos y la energía ya están perjudicando a los ciudadanos de los estados más pobres, y el impacto económico de la globalización corrosiva será aún peor. Si los países de bajos ingresos se ven obligados a elegir bando al decidir de dónde obtienen su ayuda e inversión extranjera directa, las oportunidades para sus sectores privados se reducirán. Las empresas dentro de estos países se volverán más dependientes de los guardianes del gobierno en el país y en el extranjero. Y a medida que Estados Unidos y otros países aumenten el uso de sanciones, será menos probable que las empresas inviertan en estas economías. Las empresas multinacionales ansiosas quieren evitar el rechazo estadounidense, por lo que renunciarán a invertir en lugares que consideran que tienen una transparencia poco confiable.

Ayudar a las economías pobres no es el único objetivo de desarrollo a largo plazo que la invasión de Rusia pone en riesgo. Para sobrevivir, las sociedades de todo el mundo necesitarán mitigar y adaptarse al cambio climático, pero el papel central de Rusia y Ucrania en el suministro de energía global envía fuerzas contradictorias que harán que la transición energética sea más desafiante. Al mismo tiempo, los políticos occidentales piden alejarse de los gases de efecto invernadero y abogan por una mayor exploración de combustibles fósiles fuera de Rusia. Los estados quieren evitar el aumento de precios, reducir los impuestos a la energía y compensar a los hogares por los precios más altos de la gasolina, pero también quieren aumentar los incentivos para expandir la producción de energía más verde y disminuir el consumo, lo que requiere precios más altos. Las compensaciones se extienden más allá del cambio climático. Las democracias quieren construir alianzas en torno a valores liberales y mercados más libres, pero para reducir los costos de la energía recurren a gobiernos autocráticos como Arabia Saudita y Venezuela, que ofrecen legitimar sus regímenes a cambio de un mayor suministro de petróleo. 

sábado, 19 de marzo de 2022

Fidel Castro: la escritura y el reino


Cuando Fidel Castro levanta en el aire una máquina de escribir, para luego hacerla pedazos contra el suelo durante el Bogotazo, sella su destino como escritor.

Nunca podrá llevar a cabo una obra literaria, los versos quedarán en los cajones, la autobiografía sin comenzar, las memorias habrá que buscarlas en miles de discursos y entrevistas y al final solo se podrán rescatar algunos párrafos. Pero la idea literaria sigue persiguiéndole siempre, sueña con reencarnar como escritor y no se resigna al destino más vulgar de líder continental y gobernante perpetuo.

 Aunque se vanagloria de su historial y el récord de permanecer en el poder por más años que ningún gobernante —solo superado por la reina Isabel II —apenas una figura decorativa para el turismo y la prensa sensacionalista británica— aspira a una trascendencia mayor. De joven fanfarronea con la idea de que la historia lo absolverá; al final sabe que el veredicto no es tan fácil y organiza su derrota con la esperanza de alcanzar un nuevo triunfo.

El 17 de noviembre de 2005, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso en la Universidad de La Habana, hace públicas su duda: “¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse?”. Luego su principal temor: la “Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos [Estados Unidos]; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”. Ese temor lo obsesiona y día y noche elabora un libreto para exorcizar la idea. Luego queda el clímax de una obra teatral que se desarrolló por años.

De pronto la sucesión se convierte en un tema que se ventila en discursos y artículos de prensa. Un tema ignorado o prohibido adquiere una relevancia absoluta, intervienen actores secundarios y entra en escena Raúl Castro como segunda figura. Un drama masculino, sin mujeres y con la acción concentrada en momentos claves.

El toque dramático llega con el viaje a Argentina. El esfuerzo de trasladarse a un país distante para la firma de un acuerdo que solo consolida otros anteriores, el afán de aparecer en un pequeño balcón cuando los otros mandatarios y sus escoltas huyen de los periodistas, el intercambio con el periodista de Miami como un pequeño alivio cómico —un momento de farsa que relaja al espectador y al mismo tiempo lo torna desprevenido para lo que se avecina—, los actos públicos en un país distante que solo aspiran a demostrar que el gobernante se encuentra sino en pleno uso de sus facultades, al menos resuelto y combativo.

El regreso a Cuba y dos actos agotadores, con discursos de varias horas, el 26 de julio confirman la impresión de que hay Castro para rato. A estas alturas, el golpe de una operación de emergencia, su desaparición pública y la de su hermano —el anciano delfín— sorprende a todos, incluso la Casa Blanca admite la sorpresa y se ve obligada a confesar su falta de información.

Al golpe de efecto se une la naturaleza del mal. El gobernante invencible, el hombre que acaba de regresar de una visita a la casa donde creció Ernesto Che Guevara, el guerrillero “eterno”, se ve de pronto reducido por un mal que lo reduce a su condición humana más humilde: sangramiento intestinal. La metáfora de un destino demasiado humano. Tras un esfuerzo heroico, que el protagonista se encarga de destacar en la ya célebre Proclama, un enfrentamiento con la realidad más baja.

La mezcla de escatología y heroísmo de la trama no escapa a los significados medievales. La sucesión se establece según lo acordado por el texto constitucional pero reafirmando la voluntad del mandatario por encima de los poderes que él mismo ha establecido, dejando en claro que a las instituciones que ha creado solo les queda la opción de acatar sus destinos.

Toda esta elaboración, que solo ahora es posible contemplar a la distancia, guarda demasiada similitud con una obra de Shakespeare, con el afán de Hemingway por leer sus “obituarios” tras dos accidentes aéreos en África. Demasiada literatura.

Tanta obstinación en vencer la decadencia inevitable de la edad no escapó a que se hiciera evidente el mecanismo para intentar derrotar al tiempo. La fecha del cumpleaños, que algunos adulones se empecinan en celebrar, quedaba de pronto abolida. ¿Qué interés  en que le recordaran una y otra vez que cumplía 80 años, que era un anciano y que ese hecho resultaba irrebatible e irreversible? La única solución fue abolir el cumpleaños y convertirlo en efemérides. Transformar ese ajuste de cuentas anual que nos ocurre a todos en una ocasión para celebrar el nacimiento de un mito. El 2 de diciembre, Día de la Rebeldía Nacional, fecha de inicio de la epopeya que lo llevará al poder resultó un momento más tolerable que cualquier señal de que se le acorta cada vez más el tiempo.

Destino personal y destino revolucionario unidos en una misma figura, como siempre pretendió. La angustia de morir fundida con el temor de que la revolución podría ser destruida. Tratar de anticiparse a esa destrucción, abolir el destino con el socorrido paso de la censura. 

En la época final de su vida, más allá de los estragos de la enfermedad, el vejamen que constituye envejecer y las imágenes que presentaron un deterioro físico, siempre estuvo presente el hecho de que, pese a todo, Castro impuso las reglas del juego, hasta en su tozudez ante la muerte.

Luego de la muerte de Fidel Castro, tras el momento inicial de llanto y jolgorio —fenómenos temporales pero necesarios—, hubo un hecho que asimilar. Ahora, los años transcurridos han hecho poco para definir el alcance de esa muerte. Más bien, en la Isla y el exilio, se ha asistido a otro paréntesis, como si el velorio se dilatara tras el entierro y el inicio de una nueva vida fuera aún una prórroga para el cadáver.




jueves, 17 de marzo de 2022

Más allá del nacionalismo histórico y literario


Por demasiados años, los cubanos hemos sido cautivos de una visión decimonónica de la historia y una teoría del desarrollo que lleva a pensar que la evolución económica, social y política del país seguía un patrón de avance.
Este determinismo coincide en la isla y el exilio, aunque con conclusiones opuestas.
La situación imperante en la “república mediatizada” tuvo por fin lógico la revolución, se afirma desde la isla. Mientras tanto, en Miami se repite que la “república” avanzaba ¾con más o menos dificultades¾ por el camino del desarrollo, hasta ser destruida por la llegada de Fidel Castro al poder.
En ambos casos, la ilusión republicana establece la guía. Para alcanzarla, tanto en Miami como en La Habana se justifican los afanes independentistas, sin importar los medios necesarios para lograr la deseada independencia.
Un logro no propuesto de la revolución cubana es haber librado a varias generaciones de profesar una exaltación provinciana de la patria.
Se trata de una paradoja dentro del proceso revolucionario, porque si algo se explota ideológicamente en Cuba es este nacionalismo decimonónico, que al final ha quedado como la última justificación de un proyecto zigzagueante.
Por rechazo a los postulados revolucionarios, que se mostraron vacíos, hemos aprendido a desconfiar de los patriotas.
El cuestionarse la trayectoria independentista ¾o al menos el analizar sin prejuicios patrioteros lo ocurrido¾lleva a la conclusión de que la justificación final de la Guerra de Independencia fue la corrupción española imperante en la isla.
Esta justificación se hace trizas tras las notables muestras de corrupción que se han sucedido desde la instauración de la república hasta nuestros días, pero siempre queda la revancha de que los corruptos son los hijos del país y no los padres coloniales.
El fracaso de la opción autonomista fue uno de los mayores males ocurridos en Cuba. Solo ahora comienzan ¾todavía de una forma más o menos tímida¾ a publicarse trabajos que destaquen este punto de vista.
Bajar del altar a los patriotas, enterrarlos para que la nación cubana avance sin soportar la carga de la mitología independentista, no es la solución de todos los problemas. Pero sí un paso necesario. Es indispensable limpiar de pacatería y determinismo la historia del país.
Esa limpieza siempre enfrenta un escollo difícil de superar en la figura de José Martí. Lo he intentado anteriormente y no temo repetirlo.
Tanto los miembros del exilio como los representantes del régimen de La Habana encuentran en el mito martiano un elemento fundacional que no debe ser cuestionado: Martí constituye (lo ha sido por muchos años) no sólo la base sobre la que se levanta el ideal (republicano o revolucionario según el caso) sino también el canon literario imprescindible.
Un enfoque más objetivo lleva a considerar a Martí como un pilar, pero no es el único dentro del universo cultural cubano.
En la literatura de la isla no existe una figura similar a Shakespeare, Dante o Cervantes, que permita de forma fácil echar a un lado los rivales. Desde el punto de vista literario, Martí establece un paradigma difícil de imitar, por el valor de su escritura, pero no podemos considerarlo una referencia indiscutible.
Si lo analizamos a partir de la narrativa, ésta es limitada y menor. Su teatro es pobre y su poesía enfrenta la competencia de Heredia y Casal. Es en los ensayos, críticas, crónicas, artículos, discursos y conferencias ¾así como en su extraordinario Diario de Campaña¾ donde alcanza su definición mayor.
No se trata de rebajar a Martí, sino de separar la valoración de su obra literaria del peso ideológico.
Tampoco la ideología martiana puede ser tomada como una guía a seguir, libre de altibajos.
Si bien el pensamiento martiano y su práctica revolucionaria están marcados por los ideales democráticos, el desinterés y el rechazo al caudillismo, hay en su exaltación al heroísmo, y en su concepción simplista del indígena y el “hombre natural”, una tendencia romántica ¾del culto al héroe luego convertido en raíz torcida del fascismo¾ que incluso puede resultar peligrosa, cuando de ella se apropian, como ha ocurrido innumerables veces, demagogos y populistas.
El mesianismo martiano y su romanticismo político pueden resultar funestos. Su sobrevaloración del campo frente a la ciudad y el culto a la pobreza son conceptos arcaicos.
La lucidez de su análisis de la Conferencia Monetaria Interamericana de 1890 contrasta con el exceso de metáforas, alegorías y símiles de “Nuestra América” y “Madre América”, en donde se sueña más que se describe una identidad nacional y latinoamericana, alejada de la realidad e imposible de alcanzar.
Es lógico que el gobierno cubano no solo defienda el culto al héroe y al sacrificio que domina en la obra martiana, sino que desde el principio lo incorporara a su agenda política. Cabe agregar en este sentido que el régimen de La Habana no distorsiona el pensamiento de José Martí, sino desvirtúa o inclina tendenciosamente algunos de sus elementos.
La historia de Cuba ha sido víctima del oscurantismo y de escrúpulos excesivos, que en muchos casos obedecen a la conveniencia y el temor.
Literatura y modelos extranjeros
El afán de incorporación de figuras y textos extranjeros, por parte de los escritores cubanos a partir de la segunda mitad del siglo pasado, marca una tendencia que si bien cuenta con algunos antecedentes no es hasta Guillermo Cabrera Infante y José Lezama Lima que se vuelve modelo a imitar. No es casual ¾no llegará a serlo¾que ambos terminarán convertidos en los representantes de las dos caras del desterrado: el exilio y el insilio. 
Ese momento de apropiación es también un deslinde. A partir de entonces la literatura cubana que con el tiempo ha mostrado mayor trascendencia se vuelca hacia lo urbano, pese a la presión ideológica por destacar lo rural, la épica revolucionaria en las montañas y las labores agrícolas. Amplía el concepto cosmopolita, hasta incluir el espacio reducido de la habitación a la sala, y termina por desbordar la Isla.
El mejor ejemplo que indica lo contrario 
Ese momento de apropiación es también un deslinde. A partir de entonces la literatura cubana que con el tiempo ha mostrado mayor trascendencia se vuelca hacia lo urbano, pese a la presión ideológica por destacar lo rural, la épica revolucionaria en las montañas y las labores agrícolas. Amplía el concepto cosmopolita, hasta incluir el espacio reducido de la habitación a la sala, y termina por desbordar la Isla.
El mejor ejemplo que indica lo contrario ¾Condenados de Condado, de Norberto Fuentes¾ no hace más que confirmar la regla: la épica se reduce al cuento y se pierde luego en imitadores menores.
Esta distinción es importante, porque nuestro paradigma literario se destaca por recorrer un camino contrario: tras abandonar la vía compleja de los Versos Libres, José Martí culmina su obra literaria en la mejor recreación de la manigua cubana que conocemos. Su Diario de Campaña contiene al inicio el mejor párrafo jamás escrito en Cuba  
Esta distinción es importante, porque nuestro paradigma literario se destaca por recorrer un camino contrario: tras abandonar la vía compleja de los Versos Libres, José Martí culmina su obra literaria en la mejor recreación de la manigua cubana que conocemos. Su Diario de Campaña contiene al inicio el mejor párrafo jamás escrito en Cuba  ¾“Lola, jolongo, llorando en el balcón. Nos embarcamos”¾ para dedicar luego sus páginas a la descripción detallada del hombre y la naturaleza de la Isla.
Sin proponérselo, Martí logra eclipsar a nuestra novela ejemplar del siglo XIX, que es por supuesto urbana: convierte a Cecilia Valdés en libro de lectura de enseñanza secundaria, tema de zarzuela, argumento de película mala. Se contempla con respeto condescendiente a Cirilo Villaverde, pero es a Martí a quien se convierte en pedestal no solo político, también literario (y se transforma además en el sitio de veneración  a la patria: ara puede ser altar, pero también papagayo).
La transformación que logran Cabrera Infante, Lezama Lima y Alejo Carpentier  
Sin proponérselo, Martí logra eclipsar a nuestra novela ejemplar del siglo XIX, que es por supuesto urbana: convierte a Cecilia Valdés en libro de lectura de enseñanza secundaria, tema de zarzuela, argumento de película mala. Se contempla con respeto condescendiente a Cirilo Villaverde, pero es a Martí a quien se convierte en pedestal no solo político, también literario (y se transforma además en el sitio de veneración  a la patria: ara puede ser altar, pero también papagayo).
La transformación que logran Cabrera Infante, Lezama Lima y Alejo Carpentier  ¾el tercero en disputa literaria y política constante con los anteriores¾ se ve amenazada desde el inicio por motivos extraliterarios: Paradiso apenas se difunde, se lee y comenta al salir publicada, luego se silencia. Tres Tristes Tigres no llega siquiera a las librerías, se convierte en el libro prohibido por excelencia. Carpentier queda entonces como el encargado de brindar la gran obra totalizadora, que logre sintetizar la epopeya revolucionaria en el estilo de la novelística rusa y francesa del siglo XIX, y fracasa en el intento.
Tendrán que pasar años para que los escritores cubanos se recuperen de la oscuridad casi absoluta de la década de 1970, cuyas consecuencias se extendieron más allá de esta fecha, y se intente de nuevo desarrollar una literatura urbana que amplíe el rumbo marcado por Cabrera Infante, Lezama Lima y Carpentier.
Solo que para entonces La Habana habrá cambiado por completo. La nueva ciudad impone otra visión. Imperan ahora los laberintos infernales de Pedro Juan Gutiérrez y Leonardo Padura; los espectáculos y reconstrucciones para disfrute turístico que ni siquiera han alcanzado un equivalente literario.
Muchos cubanos han podido superar la insularidad. Ninguna ciudad les es extraña, o puede que todas les resulten tan ajenas como La Habana, tan lejanas como cualquier pueblo de provincias en que nacieron.
Hay un grupo numeroso de escritores nacidos en la isla regados por el mundo, que trascienden los esquemas a los que estábamos acostumbrados hasta hace apenas un par de décadas. Por lo general dominan varios idiomas, han incorporado a sus vidas los hábitos y modos de vida del lugar en que radican e incluso ejercen profesiones al igual que lo hacían en Cuba y que los nacidos en los lugares que los han acogido. No por ello han dejado de ser cubanos, sino que han extendido el concepto. Convertidos en desterrados universales, su vida cotidiana es alemana, española o norteamericana, pero su hogar es cubano. Mi única duda, a veces, es si considerarlos elegidos. O pensar, más sobriamente, que arrastran una maldición.
Tendrán que pasar años para que los escritores cubanos se recuperen de la oscuridad casi absoluta de la década de 1970, cuyas consecuencias se extendieron más allá de esta fecha, y se intente de nuevo desarrollar una literatura urbana que amplíe el rumbo marcado por Cabrera Infante, Lezama Lima y Carpentier.
Solo que para entonces La Habana habrá cambiado por completo. La nueva ciudad impone otra visión. Imperan ahora los laberintos infernales de Pedro Juan Gutiérrez y Leonardo Padura; los espectáculos y reconstrucciones para disfrute turístico que ni siquiera han alcanzado un equivalente literario.
Muchos cubanos han podido superar la insularidad. Ninguna ciudad les es extraña, o puede que todas les resulten tan ajenas como La Habana, tan lejanas como cualquier pueblo de provincias en que nacieron.
Hay un grupo numeroso de escritores nacidos en la isla regados por el mundo, que trascienden los esquemas a los que estábamos acostumbrados hasta hace apenas un par de décadas. Por lo general dominan varios idiomas, han incorporado a sus vidas los hábitos y modos de vida del lugar en que radican e incluso ejercen profesiones al igual que lo hacían en Cuba y que los nacidos en los lugares que los han acogido. No por ello han dejado de ser cubanos, sino que han extendido el concepto. Convertidos en desterrados universales, su vida cotidiana es alemana, española o norteamericana, pero su hogar es cubano. Mi única duda, a veces, es si considerarlos elegidos. O pensar, más sobriamente, que arrastran una maldición.

martes, 8 de marzo de 2022

Diáspora, exilio, frontera


La diáspora cubana es un concepto que define, por hiperbólico, el carácter de un pueblo condenado a buscar una grandeza que desborde la isla.
Es en La Habana que se empieza a hablar de diáspora, a finales de los años ochenta. Con la literatura adquiere el pasaporte a la fama: los escritores de la diáspora. Pero ya desde antes se había iniciado una búsqueda de neutralidad.
Hablar de la comunidad cubana en el exterior, al referirse a quienes viven en el sur de la Florida y no mantienen una supuesta beligerancia anticastrista.
La diáspora abarca toda la geografía. Hubo que inventarla para no mencionar al exilio y para no hablar de Miami, o al menos para restarle importancia.
A partir de entonces surge una terca batalla de ciegos y sordos. Muchos exiliados se niegan a verse incluidos bajo tal sombrilla. En Cuba la palabra forma parte del oficialismo, con una ignorancia contundente.
La diáspora nos es ajena, porque muchos no fuimos expulsados. Buscamos el destierro como una bendición y no como un castigo. Aunque también la diáspora nos pertenece, ya que en la partida hubo mucho de culpa y persiste el desarraigo.
Fue en Cuba donde se apropiaron de una palabra hebrea. Es en el exilio donde nace la identificación con el pueblo judío. Cuando La Habana comenzó a hablar de diáspora, tuvo el propósito de ignorar a Miami. Por eso aquí se rechaza el término, sin por ello dejar de insistir en la actitud de proclamar a esta ciudad como el sitio temporal de la nueva Jerusalén, la Tierra Prometida, el comienzo que algún día se trasladará a la isla. Los inmigrantes errantes tienen en algún momento que volver la mirada hacia el centro vital, que es el punto de partida.
Diáspora y Aleph se complementan, comparten el mismo fundamento. Nada más irónico que la repetición de que el Aleph de la cultura cubana se encuentra en la isla. La afirmación como un afán por establecer un lugar ideal, donde radica la totalidad de las posibilidades creadoras, las que confluyen sin confundirse y son vistas desde todos los ángulos. El sitio en que converge y se almacena íntegra la diversidad artística. El universo que contiene todos los bordes y fronteras y cuyo centro no es un punto sino una circunferencia infinita. Esa letra —que más que un alfabeto es una enciclopedia— está en una nación que siempre ha escapado a las definiciones. Una nebulosa en vez de una esfera; un país pequeño, y limitado por aguas profundas, en busca de la otra costa. Una imagen que aspira a ser un concepto y no termina de definirse. Apenas una idea.
El Aleph como un recurso de urgencia que encierra el universo en un sótano. Asombra ese reduccionismo, como una justificación de un proceso revolucionario que desde su nacimiento pretendió ir más allá de sus fronteras. Primero geográficamente. No bastaba hablar de la isla de Cuba, ya que lo correcto era referirse al Archipiélago Cubano. Luego en su vertiente guerrillera, con la conversión de La Habana en un foco de irradiación de la violencia. Después imperialista, con unas fuerzas armadas al servicio de guerras extraterritoriales. Globalizadora, por último, con la exportación de médicos, maestros y técnicos a diversas naciones.
Esta extensión del país tiene su contrapartida en una vieja idea colonialista: todo esfuerzo literario, gráfico y musical fuera de la metrópolis no es más que un apéndice —a veces válido, siempre secundario— condenado a girar de acuerdo al poder dominante. Este estrechamiento con el ropaje de un plan abarcador ha tratado de sortear el egocentrismo bajo el disfraz de la asimilación cultural: reconocer la existencia de una literatura del exilio, una plástica internacional y una música que trasciende las fronteras, pero que no dejan de ser limitadas en sus logros y dependientes de la raíz. La nación no como fuente nutritiva, sino como campana bajo la cual respirar. El concepto estereotipado de la patria como madre, agrandado al endiosamiento del Estado —padre para los residentes en la isla, padrastro para quienes viven en el exterior— todopoderoso, vigilante y ceñudo.
El Miami cubano como el sustituto de la patria, la estación de tránsito, el baúl de los recuerdos y la avanzada del futuro.
El 1º de enero de 1959 nos sorprendió con apenas conocer el desarraigo. La isla siempre fue un imán para la inmigración, desde antes de su descubrimiento por los europeos. Cuba es ahora una dinamo sin tregua de generaciones de inmigrantes. Circunstancias del momento. Razones políticas.
La diáspora no existe, es solo un paréntesis. Llevamos siglos por el mundo, destacándonos en los empeños más diversos. Arte con pasaporte de avanzada. Cultura errante, llamativa y gritona.
Siempre ha existido la diáspora cubana. El exilio es una palabra dura para quienes viven fuera de la isla. La diáspora es una palabra blanda para quienes residen dentro. Hablar del exilio encierra peligros en Cuba, hablar de diáspora no.
Sin embargo, la diáspora es un concepto subversivo: implica expulsión, tiranía, ocupación extranjera, despotismo cultural y religioso y la esperanza del regreso. El exilio es simplemente oposición política.
Los exilios son tristes. La diáspora es esperanza. El exilio es una idea fija. La diáspora, siempre movimiento. La patria o la falta de patria crean la diáspora. Esta implica el renacimiento de lo perdido.
El exilio es fácil de combatir, porque representa al enemigo en retirada. La diáspora se expande y no se logra abarcar nunca.
El exilio anticastrista desaparecerá algún día. La diáspora es eterna. Ave fénix, el cubano errante, viaje de ida y vuelta, el adiós que guarda la memoria.